viernes, 17 de junio de 2011

Comentario al Evangelio del Viernes 17 de Junio del 2011

Jose María Vegas, cmf
El verdadero tesoro

La psicología afirma que el hombre necesita una dosis razonable de autoestima. La humildad no consiste en la humillación de sí, sino, como decía santa Teresa de Jesús, en “andar en verdad”. Y la verdad de nuestros límites, defectos y pecados no puede desmentir el valor infinito que Dios ha depositado en cada uno de nosotros. Pero, al mismo tiempo, la sana y necesaria autoestima, para no caer en el narcisismo y la egolatría, tiene que saber reconocer con agradecimiento que no somos nosotros mismos la fuente última de nuestro valor y de nuestros talentos. Pablo, en polémica con los cristianos judaizantes que tratan de descalificarlo, exhibe sus títulos, los que le habilitan como “judío de pura cepa”, y los que hablan de él como auténtico apóstol, el más celoso y esforzado de todos. Pero esta exhibición paulina es algo más que un ejercicio de autoestima o de orgullo. Al enunciar primero sus títulos judíos, y luego los que le habilitan como apóstol de Cristo, está claro que está diciendo lo que vale y lo que no vale de todo esto. La pureza de su linaje hebreo es paja y viento que en nada sirve para la salvación. Mientras que el testimonio de su entrega apostólica apunta no a su propia persona, sino a la de Aquel a quien Pablo sirve con pasión. Vemos encarnadas en el Apóstol de los gentiles las palabras que Jesús nos dirige hoy sobre lo que verdaderamente vale. Pablo vive como vive y desprecia lo que desprecia porque ha encontrado un tesoro que supera toda medida y al que ha entregado por completo su corazón, su mente, sus trabajos y su vida entera; ha encontrado una luz que le ha iluminado por dentro y le ha hecho descubrir el verdadero valor de todas las cosas, incluidas aquellas que antes le parecían más preciosas. En él y en su pasión apostólica entendemos que la verdadera autoestima no nos encierra en nosotros mismos, sino que, por el contrario, nos abre a los demás; porque, al descubrir que su fuente no somos nosotros mismos, sino el Dios que nos trasciende y que se nos ha manifestado en Jesucristo, no podemos no tratar de comunicar a los demás, y por todos los medios a nuestro alcance, que también ellos están habitados de ese valor inconmensurable que, además, en cada uno adquiere un matiz personal e intransferible: el de la propia vocación.

Saludos cordiales
José M.ª Vegas cmf
http://josemvegas.wordpress.com/

Lecturas Viernes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario

Viernes 17 de Junio del 2011
Primera lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,18.21b-30):

Son tantos los que presumen de títulos humanos, que también yo voy a presumir. Pues, si otros se dan importancia, hablo disparatando, voy a dármela yo también. ¿Que son hebreos?, también yo; ¿que son linaje de Israel?, también yo; ¿que son descendientes de Abrahán?, también yo; ¿que si ven a Cristo?, voy a decir un disparate: mucho más yo. Les gano en fatigas, les gano en cárceles, no digamos en palizas y en peligros de muerte, muchísimos; los judíos me han azotado cinco veces, con los cuarenta golpes menos uno; tres veces he sido apaleado, una vez me han apedreado, he tenido tres naufragios y pasé una noche y un día en el agua. Cuántos viajes a pie, con peligros de ríos, con peligros de bandoleros, peligros entre mi gente, peligros entre gentiles, peligros en la ciudad, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros con los falsos hermanos. Muerto de cansancio, sin dormir muchas noches, con hambre y sed, a menudo en ayunas, con frío y sin ropa. Y, aparte todo lo demás, la carga de cada día, la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién enferma sin que yo enferme?; ¿quién cae sin que a mí me dé fiebre? Si hay que presumir, presumiré de lo que muestra mi debilidad.

Palabra de Dios
Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7

R/.
 El Señor libra a los justos de sus angustias

Bendigo al Señor en todo momento, 
su alabanza está siempre en mi boca; 
mi alma se gloría en el Señor: 
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, 
ensalcemos juntos su nombre. 
Yo consulté al Señor y me respondió, 
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo y quedaréis radiantes, 
vuestro rostro no se avergonzará. 
Si el afligido invoca al Señor, 
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,19-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Palabra del Señor

jueves, 16 de junio de 2011

Comentario al Evangelio del Jueves 16 de Junio del 2011

Jose María Vegas, cmf
En el altar de la Cruz

La fiesta de Jesús, sumo y eterno Sacerdote parece romper la lectio continua que estamos haciendo del Evangelio de Mateo y la segunda carta a los Corintios. Pero, en realidad, tanto el texto de Isaías como el Evangelio de Lucas son como una confirmación del tenor de esas otras lecturas. Porque el poema del siervo de Yahvé, que de manera tan vívida nos pone delante de la pasión de Cristo y del significado salvador de su sufrimiento, muestra bien a las claras esa nueva lógica del amor, la generosidad y la autenticidad sobre los que meditábamos estos días. Jesús no es designado como sacerdote en el Nuevo Testamento más que en la tardía carta a los Hebreos. En la primerísima generación cristiana parece estar todavía demasiado presente la polémica de Jesús y sus discípulos con el Templo y el sacerdocio institucional. Por eso, los primeros escritos cristianos presentan a Jesús más bien bajo las categorías mesiánicas de profeta y rey. Sólo con la desaparición del Templo y su sacerdocio es posible recuperar la dimensión sacerdotal y aplicársela a Jesús. Pero este sacerdocio tiene connotaciones absolutamente nuevas: Jesús no fue un sacerdote de la estirpe de Aarón, ni siquiera pertenecía a la tribu de Leví. Por eso, el autor de la carta a los Hebreos entiende ese sacerdocio “según el rito de Melquisedec”, y lo pone en relación directa con el Dios altísimo. El sacerdocio de Jesús no es ritual ni institucional, porque su mediación entre Dios y los hombres se ha realizado de una vez y para siempre en el altar de la cruz, en la que Jesús ha sido a la vez sacerdote, víctima y altar. Es un sacerdocio paradójico, porque no se basa en la brillantez o el boato ritual, sino en la trágica realidad del siervo sufriente; se trata, pues, de un sacerdocio existencial, vivo, no simbólico, sino real. Y ese sacerdocio se prolonga en el memorial de su pasión que es la Eucaristía, que genera en torno a sí la comunidad de los discípulos, el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, pueblo sacerdotal. 
La vocación sacerdotal en la que todo cristiano participa, y algunos además mediante el sacramento del orden, no puede ser ni un mero ritualismo simbólico ni una especie de funcionariado de servicios religiosos. La participación en la Eucaristía y en el sacerdocio de Cristo significa participar en su pasión por la humanidad, y tiene que traducirse para nosotros en la disposición a actuar como verdaderos mediadores a favor de los hombres haciéndoles llegar el mensaje del amor paterno de Dios por medio de nuestro amor fraterno, que, como el de Cristo (y en el de Cristo), conlleva la disposición de dar la vida por los hermanos. 

Saludos cordiales
José M.ª Vegas cmf
http://josemvegas.wordpress.com/

Lecturas Jesuscristo, sumo y eterno sacerdote

Jueves 16 de Junio del 2011
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (52,13–53,12):

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios
Salmo
Sal 39

R/.
 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te puede comparar.
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número. R/.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio. R/.

Entonces yo digo: «Aquí estoy, 
como está escrito en mi libro, 
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes. R/.

No he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (22,14-20):

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.» 
Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo: «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.» 
Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.» 
Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»

Palabra del Señor