Unción de los Enfermos

Sacramento Unción de los Enfermos

Es uno de los siete sacramentos del Nuevo Testamento instituido por Cristo
La Iglesia cree y confiesa que, entre los siete sacramentos, existe uno
   especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad :
   la Unción de los enfermos


Busquen al sacerdote, ya está muriéndose

La Unción de los Enfermos no es un sacramento sólo para
aquellos que están a punto de morir.
El apóstol Santiago escribió en su epístola :
"Si alguno está enfermo, que llame a los ancianos de la
iglesia, para que oren por él y en el nombre del Señor
le unten aceite. Y cuando oren con fe, el enfermo sanará
y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán
perdonados."
 Los cristianos han valorado y administrado este
sacramento, desde los primeros tiempos del cristianismo,
no  sólo para los que están en peligro de muerte,
sino también a la primera señal de peligro
debido a una enfermedad o a la vejez.


¿Cuáles son los beneficios de la Unción de los Enfermos?
La gracia primera de este sacramento es una gracia de consuelo,
de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado
de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez...

Es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios
Da  fortaleza contra las tentaciones del maligno, especialmente tentación 
de desaliento y de angustia ante la muerte.

Esta asistencia del Señor por la fuerza de su Espíritu quiere conducir
al enfermo a la curación del alma, pero también a la del cuerpo,
si tal es la voluntad de Dios.

Además, si hubiera cometido pecados, le serán perdonados.

Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el
Don de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo...el sufrimiento,
secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo, viene a ser
participación en la obra salvífica de Jesús.

También trae alivio y fortaleza al alma del enfermo, despertando en
él  una gran confianza en la divina misericordia, lo cual le ayuda a
soportar su  enfermedad.

Los enfermos que reciben este sacramento, uniéndose libremente

a la pasión y muerte de Cristo, contribuyen al bien del Pueblo de Dios.